Hoy Duele Sonreir

No me pidas, amada, que sonría.
No basta el rumbo de una sola dicha
para cambiar definitivamente,
todo el rostro reseco de estos pueblos.

No quieras que te cante,
yo tengo la palabra tosca
de tanto enarbolar los puños,
desde un tiempo disperso.

Si sólo tú estuvieras apoyada
en la vigília de mi amor terrestre;
sí solo tú, apacible, crecieras en mis ojos
sí sólo tu sollozo
agitara el latido de mi sangre;
encendería el verso en alboradas lentas.
Pero junto a mis manos
sometidas al trigo petrificadas
hay millares de manos de millares de níños
empujando mis sueños,

Mujer, mi gran amiga,
hay junto al rictus sombrío de mí boca
tu dulce boca triste
y todos los dolores y llantos.
No me pidas, amada, que sonría,
yo sé que tú quisieras canciones de rocío
madurándote el sexo;
yo sé que tú quisieras tenderte sobre el musgo
y allí elevar mis hijos al rumorar de un río.
Aspiras a la orilla del mar,
del viento,
de las estaciones florecidas
buscando mí poema de amor
para embriagarte y te llenas el pecho
de mi voz dolorosa.
Pero te digo, amada,
que debes alegrarte de perpetuar mi angustia
te digo que te vistas tus rosas y tu luna,
porque en mi corazón abofeteado
cabe aún la esperanza.

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